oema: Cada vez noto que todos mis escritos se vuelven más personales. Este presenta una simetría que me gusta, unas palabras que actúan como si fueran una pared (en el hecho de que están rodeadas de paréntesis). Tiene 20 sílabas por verso y tres verso en cada una de las 11 estrofas. No tiene la fuerza que al principio deseaba pero contiene lo que quería. Todo nació del último verso que lo cree en un ómnibus y me pareció muy bueno.
Encadenado mi cuerpo en una pared que debo derribar;
del otro lado del muro, ella sentada disfruta en un puerto.
El sol se oculta en el mar; la vida empieza a atacar.
El fuego cubre mis venas, mi vacío necesita relleno;
mientras mis miedos persiguen sus deseos y sus propias penas,
mis ojos sólo miran su cabello a través de un borroso espejo.
Necesito destruir la separación, aquel muro maldito.
Mas si derribado fuera, quizá lastima la destrucción
a su cuerpo tan bendito, entregándolo a otro requisito.
Pero si la pared no pudiera ser derribada por mi poder,
mis manos quedarían lesionadas y olvidadas en el ayer.
Espero que no apoye su placer, la locura de mi arder.
(Tantos versos derramados en tan pocos e inocuos segundos.
Tantas lágrimas caídas por tantos amores olvidados.
Tantos vocablos perrunos, por tan sólo su amor gatuno.)
A mi costado cuelga una espada, de fuerza increíble;
mis pensamientos sólo vagan por las altas plantas entrelazadas
que cubren con velocidad imposible a mi mente intangible.
(Los miedos me rodean, cegando mis ideas con rojos celos.
Los miedos persiguen mi valentía arrojándola por la ladera.
Los miedos dirigen mis besos, apurándolos con mucho exceso.)
Ojalá pudiera aquella pared derribar, que es tan molesta,
pues así, mis manos quedarían libres, para poder amar;
mis ojos brillarían con sus cejas y mis ideas serían frescas.
Espero que sea posible, que mis manos por gracia divina,
consigan aquello que tanto quiero (deseo) y es tan imposible
para una endemoniada vida, para la maravilla perdida.
La pasión rodea mi sangre que corre por mi cuerpo desenfrenada.
Mis creencias que no encuentro en el implacable ardor entrante
están enmarañadas y perdidas en mi mente tan aplacada.
El muro yace inquieto ante la fuerza irradiada
por el poder que se encuentra en mi vanagloriado cuerpo.
Voy a derribar una pared y tan sólo tengo una espada