blood.bmp

6 de Mayo 2004

La noche

uento: Este es un cuento que me quedó medio raro. No me gusta mucho, porque no me parece que tenga espíritu. Lo que quiero decir es que sólo me parecen montones de palabras que junté sin sentido; una razón es porque empecé escribiéndolo pensando en un estilo, en una forma de decir tal cosa, pero después decidí hacerlo de otra forma queriendo decir una cosa parecida, pero no la misma. El título se refiere a que la noche es la oscuridad, lo malo; y que además todo lo que sucede, sucede de noche, porque trata, otra vez, de un vampiro.

La historia que viví, ahora he de contar. Pues como una criatura de la noche, mi “vida” estuvo rodeada de muertes; mas esta muerte quedó fijada, porque la peor y la mejor fue.
No piensen en mi como un asesino, pues ustedes mismos asesinan; mírase nada más su comida, y se ve que la muerte es su vida. No pueden vivir si no matan, pues yo tampoco. Y no se crean que salvan al mundo si comen esa porquería verdosa, porque, déjenme recordarles, el pasto tuvo vida, tanta vida como un lobo. Un lobo que es más inocente que una “criatura inteligente”.
El lobo... mi recuerdo lo incluye, pero mi razón lo destruye. Porque imposible era que yo parado, pudiera ver a un lobo detrás de la casa ¡No estoy mal y he de demostrarlo! Pues si mal estuviera, no sería capaz de buscar al animal. Y lo encontré, todo achicado, ante aquella figura que se retorcía como si se estuviera ahogando. Parecía que la figura estaba en su fin, y claramente, como haría cualquiera, me acerqué. Lo miré. Y el odio me creció. Era él, aquel que no acepta sus errores, aquel que mata para ganar egoísmo, aquel que yo fui, pero dejé.
Como venganza me le acerque, y mi boca abrí, y lo mordí. Lo mordí tan fuerte que su carne quedó en mi boca, como un simple carroñero. Se lo merecía, su pena iba a seguir, y yo aproveché la situación para alimentarme.
Me alejé del lugar, mi espada colgando a mi costado, y decidí que mi hambre era mayor a mi decisión. Entré en una casa. ¡Pero qué estupidez cometí! Esa casa estaba bien formada para ser de gente de mal vivir, mas esa era la razón de que a mi decisión de entrar me tendría que haber rehusado. Porque, como todos nosotros sabemos, una casa llena no atrae sólo los comedores de sangre.
Caminé hasta el cuarto principal, ubicado en el piso superior entre el cuarto de sus hijos y el de los huéspedes. Cuando entré vi sangre en el piso, mi instinto me hacía agacharme, mas yo no soy un simple humano. Entonces miré al cuarto, la ventana estaba abierta, la cómoda estaba abierta, las camas vacías. En el piso cubierto por la sustancia rojiza, yacían dos cuerpos, mutilados. Uno era de una mujer, bellísima, con pelos rubios teñidos por muerte, y con cortes, tanto en sus ropajes, como en su pálida y triste cara. Al lado de ésta estaba, colocado de forma extraña, formando una “V” con su esposa, el hombre. Mas no tan mutilado, sólo con un corte en la yugular.
Pero cuando quise acercarme a los cuerpos frescos, un frío me recorrió la espalda, y me llegó a la parte central de mi cuerpo. Un cuchillo estaba clavado en mi capa, y con una vuelta, revoleando mi gran ropaje negro, mordí a la víctima en el cuello. Y me saqué el vencido cuchillo, y con varios movimientos, formé cortes iguales a los que estaban formados en los cuerpos del piso.
Lo miré a la cara. Tenía una cara de desesperación, una cara de terror, mas no muerta, pues ahora él inmortal era. Lo mire a sus grandes ojos verdes, una sensación extraña me recorrió, por un momento pensé que no podía ser él... mi propio hijo. Asesinado por un cuchillo ya cansado y extrañado. La misma arma que había tratado de matar a un progenitor, en la cara del creado se encontraba, dejando marcas imborrables, que ni doscientos años quitarían.
Me tenía que ir, no podía quedarme ahí, no me podía ver... a su padre, su asesino, su creador y su destructor, el que abandona, el solitario, el que no piensa... Me escapé por la ventana, cayéndome en el piso, sintiendo un sonido de que algo se rompía, pero sin dolor. Y el lobo se acercó, me mordió, y como un reflejo, con mi espada le corté la cara. ¡¿Cómo iba a vivir esa maldita vida que me había tocado?! La misma que a mi hijo había pasado. No me podía parar, me quedaría ahí por toda la noche, hasta que el Sol me vea, me muestre, y yo desaparezca, cayendo en el mismo grupo que ustedes, malditos hombres. En la madrugada La Estrella todavía no había salido, y la gente pasaba a mi lado, como un depredador pasa junto a su presa. Malditos egoístas. ¡¿Por qué no me ayudaron?!
Mas yo sí recibí ayuda. El lobo que se había quedado a mi lado esperando toda la noche, me agarró, y me arrastró hasta una cueva, sabía lo que hacía. En la cueva me protegió de la maldita maldición.
Esa cueva era acogedora, no obstante, no mucha luz entraba por la pequeña brecha. La abertura tenía una forma redonda, la piedra estaba tapizada con gris y gotas.
Yo estaba recostado en el medio de la “casa”, esperando para ver si la figura salvadora retornaba de su viaje. Mas no regresó en todo el día, y yo me quedé sin hacer nada. Pues en la noche yo no iba a salir, demasiada depresión y desesperación me perseguían. El recuerdo de mi hijo me alejaba de otras muertes, no podía arriesgarme a hacerle daño a otro conocido, sería demasiado para mí.
El animal regresó con algo en la boca... ¡Era una parte humana! Me acerqué a él, y se la intenté quitar, mas la bestia me rezongó. Me senté de vuelta en el piso, pensando en mi infinidad, en mi hambre, en mi disgusto, en mi odio. Iba a vivir en una cueva para siempre.... Mas en ese momento decidí salir. Y cuando salí vi que volviendo la luminosidad estaba, e intenté entrar de vuelta, pero un rayo maldito me acarició el brazo, y me provocó una quemadura.
Para calmar el dolor de la piel saliente, puse mi brazo en el charco que formaba una depresión en el piso. Mas no calmaba, al contrario, mi piel se empezaba a abrir, y la sangre empezaba a cambiar de color el agua. La quité enseguida, el dolor me mataba. Me caí y mis ojos se cerraron.
Pronto me levanté, y pude llegar a ver como el lastimador se alejaba, para dar paso a la verdadera luz, la luz de la noche. Y entonces salí. Pues por fin me había animado a tratar de encontrar a mi hijo, algo interior lo hacía.
Caminando por las calles de piedra, pisando el frío que ahora cubría todo lo que me rodeaba, me encontré con una figura en el piso. Tenía forma humana, pero no del todo, parecía desfigurada, casi sin cuello, con sangre vertiendo como un manantial de unas heridas creadas por un igual. Por mi hijo.
Después de quedarme con la culpa de alimentarme, salí en la búsqueda de un ser que se escapaba, el que algo no aguantaba. Porque, de lo que mi pequeña y añejada mente puede recordar, el principio de otra vida, rodeado de inseguridad está, rodeado de culpa es, y llega a ser inimaginable para personas que el mayor sufrimiento es la muerte, no la vida.
Ya no lo quería ver, era seguro ahora que su escape no era debido a ninguna inseguridad, él me había reconocido, él había reconocido a su asesino. Y volví a mi pequeño hogar, donde el lobo otra vez parecía haber disfrutado de su alimento, con la boca llena de ese gustoso líquido.
Mi vida interminable me creaba problemas, no podía creer que mi hijo me temiera, no creía nada, me recosté en el piso y dormí.
Al despertar, la noche había vuelto, y entonces salí, tenía que comer otra vez. Caminé por muchas calles, hasta que encontré una mujer, y se quedó casi sin vida en el piso, como si estuviera ya muerta, y decidí dejarla así por un momento.
Rompí una ventana, y me corté a mi mismo, sin quererlo, y agarré una de las estacas que se formaron la madera rota, y la clavé en el medio del pecho de la reciente creada criatura. Y corrí, mas no sé si la había matado, y me caí al piso, enfrente de una botella.
Decidí hundirme en el futuro de la botella, por la vida horrible, tomando el líquido que encontrábase dentro. Pronto vi varias figuras que se acercaban, mas eran muy desfiguradas y difíciles de decodificar. Además se movían demasiado. Me mareaban, intenté correr, pero me caí, en un charco, boca bajo, mas enseguida me di vuelta. Las figuras seguían ahí.
Me paré, y las ataqué con mi espada, y con la recién creada arma, mas pocas veces les hería, parecía como si fueran sólo fantasmas. Me caí por el esfuerzo, y no aguanté más este sueño, y me fui a otro.
Abrí mis ojos con un poco de mareo todavía, mas la figuras aunque medio raras, eran reconocibles. Había vuelto a la cueva, no sé cómo ni cuándo. Quizá el lobo me había ayudado. Él estaba comiendo, lo que era, esta vez, todo un cuerpo, mutilado, como si hubiera muerto con una espada.
La cara era todavía reconocible, pero yo no me podía casi parar, ni tampoco podía ver bien. Mas mi corazón me avisaba, mientras veía al cuerpo atravesado por una madera en el centro, que tenía que ir a ver. No podía ser otra vez aquel ser. Todavía sentía unos latidos que venían el cuerpo. ¡¿Cómo era posible que siguiera vivo?! Mas vivo no estaba, nada ni siquiera una bestia de la noche podría haber sobrevivido a eso.
Mi corazón seguía diciéndomelo, pero yo no lo creía, mi corazón siempre me había engañado, me había hecho sufrir, me había hecho lastimar. Mas esta vez era verdad, la cara se volvía más clara ahora que me había parado enfrente de el hombre. Y vi otra vez esa cara de sufrimiento, la cara de mi hijo. Miré al lobo. Al lobo asesino.
Mi espada estaba ahora tirada en el piso, y con mi gran agilidad la agarré, y la moví en sentido horizontal, viendo como saltaba sangre y una cabeza, que rodó por el piso hasta mis pies. La tiré al charco, y vi como se pudría la vida de esa bestia horrible. Agarré la estaca con asco, el corazón que me venía atormentado se frenó, mas no me di cuenta, y con la madera rompí el cuerpo del lobo.
Me di cuenta de mi error mucho después, cuando la vida de todos en la cueva estaba fuera, excepto la mía. Y me di cuenta, y recordé todas las imágenes de la muerte de mi hijo, viéndome como lo hacía. ¡¿Pero como me podía ver!? Era muy tarde para arrepentirme de cualquier cosa. Miré al Sol.

Envinyatar: 6 de Mayo 2004 a las 12:27 AM
Comentarios

Piak_01@hotmail.com.... heres muy bueno!!

Escrito por k-i a las 18 de Junio 2005 a las 01:09 AM

La vida la muerte, la oscuridad y el temor.. son cosas obsoletas ideas, sensaciones sentimientos formulados por la mente.. acaso existe el dolor??? Por ke dueles si no te vez???

Escrito por kari a las 18 de Junio 2005 a las 01:06 AM

mi mail es miguel_88000@hotmail.com

Escrito por miguel otra vez viteh a las 19 de Diciembre 2004 a las 04:47 AM

esta bueno viteh

Escrito por miguel a las 19 de Diciembre 2004 a las 04:45 AM

Muy buena, no sé porqué decis que quedo mal. Está muy interesante.
Suerte!

Escrito por X a las 14 de Agosto 2004 a las 02:09 PM

Gracias, lo intentaré (si entendí bien).
Ahora que leí de vuelta el cuento me di cuente que no es tan malo, aunque le tuve que agregar unos tildes.

Escrito por Envinyatar a las 7 de Mayo 2004 a las 10:27 PM

Doy fe... y estoy con lua. Totalmente de acuerdo. Besos

Escrito por lore a las 7 de Mayo 2004 a las 06:45 PM

Busca en internet eso que no sabe nadie, esa afición tuya a eso que guardas en secreto.
Busca eso oscuro que te gusta.
Búscalo en internet y vas a darte cuenta de que no sólo no eres el único, si no que además hay muchísimos seres más oscuros que tú.

Dark kisses

Escrito por lua a las 6 de Mayo 2004 a las 02:03 PM
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?




Introduce el siguiente código de seguridad: