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20 de Agosto 2004

Carta III

arta: Mi padre me ha enviado una carta más. Derramé lágrimas sobre esta; hay partes que no pude entender después de que la hoja estuviera seca, pero resumí lo que esa parte decía (en este momento no me acuerdo bien qué era) entre paréntesis.

Querido hijo:
Lamento ser yo el que traiga malas noticias; quizás ya te llegaron, algunos dicen que las malas noticias viajan más rápido que lo que nos podemos imaginar. (Escribe un poco sobre lo que podría haber pasado) Estoy seguro que esto que te cuento no es algo que viene sólo -la gente dice que las muertes vienen de a tres-, así que no te esperes noticias buenas muy pronto. Espero que vengas para acá, te necesitamos otra vez; pero ni siquiera te he dicho para qué, la memoria ya me falla. Tu hermana ha muerto, o por lo menos eso parece. (Empieza a introducir lo que pasó, me cuenta que fue la noche del lunes, y que ese día había empzado a llover de vuelta.)
Ella seguía tan mal como antes, un poco más pálida ahora, pero claro, si hacía tiempo que no tocaba el Sol. Sus sabanas permanecían lánguidas sobre su cuerpo como un modelo de ella. La luz de la Luna entraba por la ventana todas las noches, pero se iba pronto, casi como si ella no se animara a entrar ahí tampoco. Tu madre desde aquel grito no entró más (acá no me acuerdo bien qué dice, pero me explica un poco el grito, que pasó cuando su madre entró en el cuarto a darle de comer).
Ella estaba sola, y parecía sentirlo. Todas las noches gritaba llamando nuestros nombres, para ver si aparecíamos. Así ella se comunicaba con nosotros. Nos contaba cómo estaba; ya había dejado de gritar por los días, las últimas noches no pudimos dormir tratando de esuchar lo que decía.
Aquella noche, por la que empezé, no era distinta las otras excepto por la lluvia; ella gritó, demasiado fuerte. No era un grito de terror, ni creado para asustar, era algo que nunca habíamos oídos, algo peor que todo lo que podrías imaginar, nos gritó por ayuda; lo gritó demasiado fuerte. Los truenos resonaban a su compás. Su madre no pudo evitar y entró en la oscura habitación. (No recuerdo que decía, creo que era un descripción. El cuarto era oscuro, la ventana estaba abierta, los campos se habían marchitado, el frio recorría la habitación, los objetos del cuarto estaban caídos, las sábanas estaban desordenadas, y quizás algo más.)
Cuando su madre se acercó mi hija le empzó a murmurar cosas, muy suave, no eran muy entendibles, pero por lo que memoria que ya varias veces falla, puede recordar era algo así como: "¡Ayuda!, me caigo, nos caemos. Todos nos vamos. Me tiran a mi primera. Las murallas no aguantan, mejor tirarlas. Ni la Luna ya ilumina. Rompan las murallas." A esto siguió un grito que casi rompe los vidrios, tan ensordecedor que no puedo describirlo. Me hizo acercar a mi también.
Entré de a poco, pero pronto me tuve que reitrar un paso por (no recuerdo si era un "por" o un "porque"; mi memoria me bloquea lo que sigue). (Él dijo:) "Respira, respira, pronto. El aire no se va, por la ventana entra." Ella, con sus voz superior ni esperó para la finalización de mi frase: "La ventana se lleva el aire, el cielo ya me quiere pronto." Se calmó. Sus sábanas otra vez quedaron quietas, aunque todavía se movía un poco la parte de las rodillas. "Ayuda, es lo único que les pido, ni eso me cumplen. Me dejaron sola, todo este tiempo. Luego. Esperen, acá no puedo. Ayuda. ¡Ayuda! Se los ruego." Se intentó levantar de la cama, pero se cayó. Al hacerlo abrazó mis rodillas. "Mírame, apiádate. Tú cállate. Tendida a tus pies. Estás molesto ahora. ¡NO! Sólo me puse en sus rodillas. Véte." (Ya no sé lo que acá pasó, no quiero recordarlo.)
La sombra cubrió toda la habitación, en la cama ella tendida, susurró otra vez por ayuda, y al no conseguirla, gritó, hasta que un último sonido salío de su boca: "Ayuda, ¿tan dificil es?". Cerró sus ojos con asombrada calma. Lo que pasó después me es difícil de contar. La ventana que habíamos cerrado -la que daba a las cosechas- se abrió rompiendo los vidrios. Se escucharon ruidos. Los animales que teníamos murieron, el perró ladró en el portal de la muerte, las cosechas se ahogaron; la lluvia entro y lavó el cuarto. Ella pareció haber regresado y gritó. Nos fuimos y cerramos la puerta. Nunca más pudimos dormir. Ella está en su cama tendida, pero muerta; la hemos revisado todos los días -las noches no nos atreveríamos-, sigue muerta.
Queremos que vengas a su velorio y funeral, espero que puedas, necesitamos de tí. Todo está preparado. Su lápida fue escrita con sus palabras.
Te quiero,

Envinyatar: 20 de Agosto 2004 a las 09:40 PM
Comentarios

Pues a mi me ha gustado, quizá demasiado largo para una carta, casi mejor que fuera un cuento corto, pero me gusta de todos modos :D

Dark kisses

Escrito por lua a las 22 de Agosto 2004 a las 02:45 PM

Demasiada envidia me das. Hace demasiado que dejé de escribir y ya temo no volver a hacerlo. Sigue así.

Escrito por CeLpReiNa a las 22 de Agosto 2004 a las 09:35 AM

Dolió eso de superficiales (una broma). Intento poner en cada cuento y en cada poema que escribo algo, algún sentido, que trate de enseñar, que trate de mejorar a las personas. En otros poemas, simplemente pongo lo que siento para que otros reflexionen. Quizás no me sale muy bien, voy a seguir intentando.

Escrito por Envinyatar a las 22 de Agosto 2004 a las 01:13 AM

Verdaderamente interesante, por mas que se nota que tienes mas talento para seguir la narración de una obra que para seguir el tema central de una carta. Me resultó mas interesante la lectura de tus cuentos que de estas cartas, que lo unico que parecen anunciar es el tema de una posible redacción.
Quisiera leer mas material tuyo quue tenga un peso mas filosófico o que haga reflexionar, este tipo de textos son demasiado superficiales.

Escrito por Alvin a las 21 de Agosto 2004 a las 03:02 AM
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