oema: Sigo con el poema anterior. No tengo nada más para decir.
Estaba caminando las calles,
por el eterno tiempo infinito,
cuando encontré cierto detalle:
en lugar del áureo Sol bendito,
iluminado era mi camino
por el rostro de la gran deidad,
quien no era mujer ni hombre perdido
pues era la perfecta verdad.
Engañóme así, con sucios trucos,
la cara de aquella perfección.
Miróme así, con sus ojos mudos;
y murmuróme su bendición:
entre dulces gritos y gemidos,
entre sus labios de puro rojo,
salieron palabras sin sentido,
salieron los siguientes esbozos:
“Mira directo a mis grises ojos
siente su encanto en tus oídos,
piérdete entre los verdes trozos
al ver tus grandes miedos roídos.
Escucha lo que mi boca arrulla,
pues tu no estás en el camino
ya eres uno a los cuáles le aúllan;
¡duérmete! , no veles sin destino."
Las danzas que hicieron las letras
vanagloriándose de sus vidas,
en el rostro de aquella doncella
quedaron sin salida en mis risas;
como el amanecer nos maneja
controlando nuestras sonrisas,
así la hermosa joven vieja
me hizo nuevas usadas risas.
Su cara bañada en recuerdos
marcados por la antigua Tierra,
hizo acordar los viejos tiempos
donde en todo estaba la belleza;
aquella época donde ella y él
vivían por todo su propio oro,
¡el hombre no era sólo un ser!
Era iluminado por su rostro.
Me gustó mucho el poema
Vamos a movernos para hacer un librillo con tus escritos, dale?
que conmovedor
Escrito por glacius a las 28 de Marzo 2005 a las 03:15 PM