uento: Me encanta cuando empiezo a escribir y no sé a dónde voy. Me encanta cuando tengo una idea pero el crear se me olvida y la historia toma otro rumbo. El problema es que después miro el cuento y me doy cuenta que varias de las cosas que me parecían que quedaban buenas no están. Esto fue lo que me pasó con este cuento. No me quedo tan bien. Ya me estoy aburriendo de hacer lso finaels casi siempre iguales, pero ma salen solos; parece que siempre todo va hacia el mismo lugar.
Este es el cuento:
Entra en ese salón. Lo mira medio asustado, algo esta cambiando, el cuarto no es el mismo que vio aquellas cosas. La ventana en la pared de frente muestra la luz, y la conduce alegre a la sala, donde una sóla silla la espera; nadie más la acepta. El polvo juega en el aire, como los pájaros que se animan ahora a salir del nido y a mostrarse en toda su belleza. No era el mismo salón definitivamente.
El hogar, a la izquierda, está apagado. Las cenizas sienten el viento que entra junto con la luz, mas deciden no escaparse, puesto que ellas tienen ahora miedo de salir; en vez de explorar lo externo, prefieren chocarse con la pared, mancharla más de oscuro color, para luego volver al piso, contentas por haber cumplido su cometido. Alguna decide iluminarse; pobre ignorante, las otras se apuran en coger la brisa, para taparla y ahogarla; esa ya no puede subir más a tocar la pared, y menos puede atreverse a mirar la sala.
La puerta de la derecha, se había cerrado de un golpe, tiempo antes. El ruido le había llamado la atención, y esa fue su razón para venir. Al ver el cuarto tan vacío, sólo con un busto de Palas arriba del hogar, siente la soledad. ¡Qué suerte tuvo de alejarse de todos! Mas nada podía durar para siempre, y la gente ya empezaba a agruparse; tan odiosa ella, nadie la quiere pero se sigue acercando, tampoco nadie la hecha; todos se ponen una sonrisa y miran. Pero él no. Ya era tiempo de que la agria multitud pusiera manos en todo, para destruirlo. ¡Y después dicen que tienen miedo a la soledad! Eso es lo que más deseamos. No queremos oír sufrir a alguien, no queremos sentir que alguien desaparece, ni tampoco queremos ver como todo se destruye. Y sin embargo tienen miedo a la soledad.
El hombre camina por la sala, y se sienta en la silla. Su cabeza gira mirándolo todo. Sonríe. Llora. Se levanta. Se sienta otra vez. Piensa en eso que no tiene que pensar. Y habla:
-¡Mira lo que has hecho, mira lo que has destruido! Y después te llaman Dios, todopoderoso, eterno y lleno de amor. Si estás lleno de amor y eres todopoderoso, haz que este sufrimiento pare; yo no quiero la libertad, ella no es nada comparada con al felicidad. Tú nos sacas las dos, no podemos hacer lo que queramos, y tampoco podemos sonreír lo que queramos. Si supieras aunque sea responder. Pero no puedes, eres inferior a nosotros. Nosotros te sobrepasamos con la razón. Tú no quieres eso, tienes miedo y lo sabes. Si realmente vives y existes, debes tener miedo, pues no vas a sobrevivir; aunque seas todopoderoso vas a morir. ¡Y por las manos de tu creación!
-No, no puedo tratarlo a Él así. Él me quiere, ¿qué es lo que hago? El ha dado la libertad al hombre. Somos sus ovejas y corremos libres por el corral, pero él nos dirige; el hombre ha perdido esta guía. Mas ya la encontraremos. ¡Oh, Tú, Dios que nos guía! Perdona mis ofensas y recompensa la buena acción de los necesitados; yo te ayudaré en todo lo que pidas, y dejaré que me encamines. Debemos seguirte.
Las cenizas quieren salir.
-¿Debemos seguirte? Ni que eso fuera posible. Yo estoy corriendo libre por el corral, y las demás ovejas me empujan. Ellas me guían y no me dejan ver. Y el pastor en el cerco nos mira, esperando a ver si algo interesante pasa. Claro que estará ahí para salvarnos si alguien sufre, pero también estará ahí para matarnos cuando no pueda satisfacer su hambre. ¿Recompensa la buena acción de los necesitados? Ellos son los que más alejados de Dios están. Y nosotros estamos peor. Ellos piden cosas materiales, y nosotros se la damos; ¡cómo si así la felicidad se lograra! Sólo piensan en lo que es, vamos a pensar en lo que pensamos. ¡Ésa es la verdadera felicidad!
Los pájaros cantan en los árboles, y vuelan buscando un lugar para residir.
-Entonces Dios no me aleja, porque yo soy libre de pensar y de elegir. Puedo hacer todo lo que yo quiera. Y Él, como el maestro que está en la sala, nos presenta todos los temas, y nos hace razonar para que lo entendamos
Las cenizas se esparcen por el suelo, la habitación se está llenando de humo.
-Puedo hacer todo lo que quiera, y tanto sufrir al elegir las malas acciones como disfrutar. Y Él, como mal maestro, sólo nos enseña, pero no nos obliga a que tengamos la felicidad. Si yo converso mientras Él explica, Él sonríe y no me lastima.
El viento entra por la ventan, mientras los pájaros cantan.
-No me quiere hacer sufrir; nadie disfruta al ser retado u obligado- las cenizas se levantan.
-Ya me hizo sufrir. Aunque no lo quiera- las cenizas se esparcen.
-Por eso lo mejor sería la Muerte, que yo termine con todo- el viento las frena.
-Hay que seguir a nuestro guía que Él nos da la verdadera felicidad- las cenizas es lo único que en la habitación mora, junto con una silla y una persona.
-Voy a simplemente sufrir hasta que me llegue el final.
-Aunque podría ahora buscar la felicidad.
-Y sigo discutiendo, ya no tendría que estar acá.
-Y sin embargo sigo, esa es la voluntad del Señor.
-Qué murió en la cruz sin salvarnos, pues todavía sufrimos, y no vivimos en el paraíso.
-Lo que tengo que hacer es no pensar. Pensar me saca mi sonrisa.
-Me tengo que para y ser feliz.
-¿Por qué sigo discutiendo?
-Dios no nos deja vivir en el paraíso.
-Tenemos que sufrir. Esa es nuestra misión en la vida. Y Su disfrute.
-Ya no hay más sonrisa. Ahora sólo pienso; no voy a estar feliz, pero voy a intentarlo. Dios no me deja, pero yo igual trato. Tengo que lograrlo. Voy a sufrir, voy a encontrar un cuchillo y ver salir mi sangre. Para que Dios sufre. Voy a encontrarlo y hacerle sufrir. Para que el piense y nos vea tristes, y deje de sonreír en su trono de oro.
Se quedó en la silla, sonriendo. Quería ver cómo todo se destruía. Lo estaba mirando ahora mismo. Aunque la oscuridad ya era total en todo el cuarto. Ni el busto de Palas se podía ver ahora. El humo seguía avanzando.
El hombre saca de su bolsillo un cuchillo. Pone las manos en la silla, y se las clava con el cuchillo; la sangre empieza a correr por el agujero de la mano. El humo no deja ver nada, pero los gritos aún así se escuchaban. El oxígeno ya a la habitación no llega, los pájaros paran de cantar. El Sol ya se va por el horizonte. Gritos se sienten en la habitación donde ningún ser vivo sobrevive.
-¡Sufre ahora Dios! Tú ya me hiciste sufrir. Escóndete y ten miedo. Porque hacia Ti estoy yendo. ¡Sufre! No voy a ir apurado, pero sonrío al pensar tus preguntas, tu incomprensión; tu misma creación te ataca. Como el alfarero que se de cuenta que sus piezas cobran vida, y de repente atacan. Porque él no las hizo iguales, no las hizo todas bien. Él quería vender a veces, y a veces sólo crear. Por eso alguna cosas no son iguales, el sólo las quería para conseguir su bien. Ellas suben por su piel y lo ahogan. Eso es lo que yo hago. ¡Mejor escóndete!
La habitación da vueltas, el humo negro se vuelve de todos los colores. Todo el mundo intenta atacar al hombre, todos los monstruos que allí se encontraban. Él ya no puede respirar. Palas sólo mira y se ríe. Le gusta verlo sufrir. Pero se cae y se rompe. Ya no existe. El hombre se acerca a la ventana para respirar. El aire fresco. Los pájaros ya no cantan, el Sol ya no se levanta.
TODO ME PARECE ESTUPENDO SIGUE ASI TIENES MUCHO TALENTO. ME GUSTARIA QUE TAMBIEN ME EVIARAS TUS IDEAS A MI E-MAIL QUE ES madk12@hotmail.com
AH! Y A MI TAMBIEN ME GUSTARIA PUBLICAR ALGUNOS ESCRITOS QUE TENGO POR AHI.
CHAO.
Que si!!! que no!!! que caiga un chaparrón!!! :P
Dark kisses
Escrito por lua a las 16 de Julio 2004 a las 05:57 PM